Lucio-Bass Jamonero 2021

HE VISTO COSAS… QUE VOSOTROS NO CREERÍAIS

Yo he visto cosas que vosotros no creeríais: atacar naves en llamas más allá de Orión, he visto rayos C brillar cerca de Puerta de Tannhäuser. He visto gente ansiarse pescando mañana y tarde sin parar a comer. He visto rifas que se prolongaban hasta el alba que ríete tú del gordo de Navidad. He visto gente del club que no exageraba en el pez que se les había escapado. He visto tíos beberse seis cubatas seguidos y estar a las 7 pescando como si nada. He visto valencianos que no decían “nano” cada dos por tres y he visto manchegos que no bromeaban con “ir pegándose por ahí”…

Pero desgraciadamente todos esos momentos se perderán en el tiempo… como lágrimas en la lluvia.

CAPÍTULO I: NO HEMOS PODIDO CAMBIAR DE PASIÓN

Citaba Camilo José Cela en su discurso de recogida del Nobel que “todas hieren, la última mata”. Y es verdad. Han pasado dos años como dos siglos desde nuestro último lucio-bass jamonero. Las manecillas del reloj golpean como palazos de una excavadora que nos quiere enterrar antes de tiempo. El tiempo se nos escurre de las manos como una resbaladiza anguila que pone rumbo al mar de los Sargazos. Por eso este lucio-bass jamonero tenía un regusto especial. Era un vino con solera, era una copa del mejor whisky Macallan sorbida de a pocos entre amigos al atardecer. No estaban todos los que son, pero sí eran todos los que estaban. El encuentro con los compañeros del club en estos tiempos del cólera nos ha dado el oxígeno necesario para poder seguir escalando esta dura montaña que es la vida. Me lo comentaba Javi el Secre, “que parece como que el tiempo pasa cada vez más deprisa”. El tiempo es algo inasible, suele decir uno de los personajillos de Juan Carlos Ortega. Y la única forma de ralentizar el tiempo es creando vivencias, rompiendo rutinas, saliendo de casa y de la zona de confort. Y esto es sin duda el lucio-bass jamonero. Decía Sebastián Álvaro en una de sus charlas BBVA que “al contrario que el dinero, el tiempo que pierdes no se recupera jamás, solamente tenemos una vida y no hay ensayos. Solo se nos da una oportunidad y podemos elegir de qué forma queremos vivir la vida y creo que solo vale la pena vivir la vida con entusiasmo, con pasión”. Y nuestra pasión es precisamente la pesca. Pero también es juntarnos, charlar, compartir vivencias, intercambiar información y técnicas, “compartir sabiduría”. Compartir vida.

Sandoval, uno de los personajes de la inmejorable película El Secreto de sus Ojos, le comenta al protagonista en un momento dado: “¿Te das cuenta, Benjamín? El tipo puede cambiar de todo: de cara, de casa, de familia… de novia, de religión, de Dios… pero hay una cosa que no puede cambiar, Benjamín. No puede cambiar… de pasión”.

Nosotros no hemos podido dejar la pesca. No hemos podido cambiar de pasión.

El tiempo no es sino la corriente del río donde andamos pescando como el niño despeinado que éramos.

CAPÍTULO II: EL SEÑUELO “NELSON MANDELA”

Todos tenemos uno en nuestro fondo de armario de señuelos. O en nuestra memoria de niño en pantalón corto. Me refiero a ese señuelo que nos regaló nuestro padre, que nos regaló nuestra pareja, ese señuelo que conservamos como oro en paño. Se trata de un señuelo añado, roído por el uso, quizá parcialmente decolorado u oxidado, al que le tenemos total veneración aun sabiendo “que ya no pesca”. Nos resistimos a sacarlo de la caja “titular” de señuelos para llevarlo al desván donde irremisiblemente caerá víctima del polvo y el olvido. Somos conscientes de que es un señuelo obsoleto, que no coge nada, pero que tiene un poder orwelliano sobre el resto de señuelos: todos le respetan por su sabiduría, por su mera presencia. Para algunos el señuelo Nelson Mandela es un rapala jointed, o aquellas fat rap que tanta sensación causaron: shallow runner, deep runner… Para otros pueda ser quizá una cucharilla de lana roja:

Torneado cuerpo de princesa
en tus ojos ese brillo plateado
se esconde bajo tu falda escocesa
un tesoro que te deja prendado, 

o una ondulante plateada, o tal vez un jerkbait de aquellos,… no sé.

Yo tengo uno. Un rapala magnum bicolor (rojo/blanco), totalmente luciero, de aquellos con babero y ancoretas inoxidables, “que valían pa tó, pal mar, pal río, pa estuario, …”. Está el pobre muy castigado por el paso del tiempo, se ha enmarranado en mil y una batallas y a veces lo vislumbro ya apenado, con ojos tristes, como añorando eso que fue y ya no es… Perra vida. Recuerdo que me lo regaló mi padre. Comprada en el Corte Inglés por un precio que en aquella época nos parecía desorbitante (más de mil pesetas), no tuvo otro vendedor sino el mítico Paco Revert. Nos vendió también una precaria caña que calificó como de “polivalente”, según sus palabras exactas. Era Made in Korea, y nos la endosó como solo Paco sabía hacer. Cogía la punta de la caña: “Miren qué flexibilidad” (y tú, con el mango entre las manos, veías combarse la caña hasta que la punta tocaba el suelo). “Miren qué sensibilidad” (y se ponía la punta en la garganta para que notaras las vibraciones al hablar). “Te hace la de los monjes shaolines” solía decir mi compi Javi. Paco Revert, un genio… Ya no quedan hombres así.

Pues bien, ¿saben qué? Dado que habían pasado siglos estelares desde la última vez y dado que el lucio-bass jamonero es un campeonato “de brocha gorda”, el viernes tarde me fui al fondo de mi caja de señuelos y allí, escarbando entre lagartijas y twisters multicolores, vi al señuelo Nelson Mandela agazapado como un animal herido. Le dije: “Venga Nelson, esto no es ninguna broma… sal a calentar”. Y el impagable brillo de sus ojos me alegró el resto del día.

CAPÍTULO III: EL SÁBADO… CARGANDO LA PÓLVORA

Suelo decir yo que una barca es un banco de bricolaje que a veces sale a pescar… Pues como que parece que uno nunca tiene del todo lista la barca, siempre hay algo que se ha soltado aquí o allá, una batería que cambiar o cargar y alguna conexión o manguito que sanear. Pero hete tú que, despuntada la madrugada del sábado, nos encontramos prestos y dispuestos aquellos intrépidos que nos pudimos escapar para ir tanteando el terreno, levantando la cabeza, tal y como hacen los buenos podencos.

El primer paso fue la desinfección de todas las embarcaciones según normativa de la confederación para la prevención de la proliferación del mejillón cebra. Y tras regalar saludos y algún irremediable abrazo, fueron pasando todas y cada una de las barcas para su desinfección ante la atenta supervisión de Jorge y el buen hacer de Jose Miguel, Emilio y los propietarios de cada barco. Todo sea dicho, nuestra más sincera gratitud a todos.

El sábado era un día de color gris plomizo, de fina lluvia perenne, de esos que parece que se funden con el agua del embalse. Costaba desprenderse de la humedad y el frío en los huesos, uno de esos días “lucieros” que apuntaba Jorge en que “los lucios se suben solos al barco”. ¿Y qué técnica o señuelo iba a tener la clave? ¿cuál sería el patrón? ¿qué sería aquello que nos brindara excelentes resultados? Permítanme pensar en voz alta, pues como se verá, lo comentado a continuación iba a ser clave en el desarrollo de la pesca del fin de semana. Pues bien, bien pudiéramos apuntar que los resultados (R) en la pesca podrían basarse en la localización (L) en el embalse que escojamos – si subimos a los cañones, si nos quedamos por la presa, si pescamos orillas expuestas al viento o al sol, si pescamos puntas, árboles, réculas…- , la técnica (T) que empleemos – power fishing, texas, drop, vertical… que va a condicionar la profundidad y la capa de agua en que se pesque- , el señuelo que escojamos, primordial – tipo, tamaño y color- y todo esto multiplicado por la aproximación (A) que le hagamos al pez con el señuelo con nuestra mayor o menor pericia. Puesto en una fórmula (sí, a veces me da por pensar pitagóricamente) vendría a ser algo tal que así:

R = [(L + T + S) x A]E

Podríamos señalar además un condicionante más que sería el factor estacional (E) que va a determinar tanto la actividad del pez como todos los factores anteriores, sobre todo la técnica-profundidad. Y pongo esta fórmula que, aunque no la tengamos en la cabeza, yo creo que todo pescador de bass la tiene más o menos interiorizada en su cabeza (la experiencia sustituye a la teórica) porque como veremos los peces cambiaron mucho de comportamiento de un día para otro, o al menos a mí me lo pareció. Si bien el sábado fue más condicionante el señuelo (S) empleado (los peces estaban moderadamente activos y en capas de agua no excesivamente profundas), el domingo yo creo que fue más determinante su localización (L) en el embalse y la capa de agua en la cual había que buscarlos (T). Todo en 24 horas 24. Pero esto es la magia de esta pesca… de ser más evidente probablemente no engancharía tanto. En fin, no sé si me he explicado o lo he liado todo… pero si está la fórmula de la Coca-Cola, también está la fórmula de la pesca. Si quieres pescar al bass, como diría Jorge Cremades, “no es tan difícil cariño…”. Solo hay que aplicar la fórmula 🙂

Dicho esto, Javi y un servidor empezamos pescando rápido la zona anterior a los cañones, optando por la orilla sur, más expuesta al viento y al sol de la mañana, quizá buscando algún pez puesto. No tardó Javi en clavar el primer bass de la jornada, que arrojaría en la báscula 1,7 kg.

Un servidor, después de tener un par picadas de lucios que se me desclavaron (se te tiene que desclavar el primer lucio para espabilar un poco y clavar a la próxima con más brío) pude empezar a subir los primeros lucios, que estuvieron sobre los 2 y 4 kilos, respectivamente.

La lucha del segundo lucio fue brutal. Y es que si pescas con equipos ligeros y renuncias a las ancoretas puedes gozar de momentos como estos. Sé que la gente es muy competitiva y que añade los anzuelos tripes en sus montajes. Pero si podéis… yo os aconsejaría el montaje con anzuelo simple en vuestros pikies:

Javi subiría algún lapicero más al barco. Más alguno que otro que le cortó la línea y le obligó a ponerse el bajo. Y es ahí está el eterno dilema: bajo sí o bajo no… that is the question. En Contreras ir a pescar sin bajo es jugar con fuego, un perpetuo caminar por el filo de la navaja.

Por mi parte fui alternando entre todas las cañas que llevaba, pues me gusta pescar con todas y probar con distintas técnicas: vertical, pikies, spinner, texas, puntualmente el drop, algún jerkbait y también algún crankbait. Que yo no sé ustedes… pero, de la misma forma que cada vez veo menos peces puestos en los árboles como solían, yo cada vez saco menos peces con crankbait. No sé, igual es cosa mía, pero como que han pasado de ser unos superseñuelos garantía de peces buenos a pasar a ser garantía de porras. Probé un par de crankbaits, color alburno y color verde, pero como cantaba Edith Piaf: rien de rien. Ya lo dijo Nietzsche en su ámbito: “Dios ha muerto”. Pues bueno señores, por si no se habían dado cuenta, “el crankbait ha muerto”.

La jornada continuó y seguimos subiendo algunos lucios que, sin ser exageradamente grandes, no estaban mal de tamaño y que por supuesto, volvieron a su medio.

Sobrevino irremediable el mediodía, sentándonos a comer en la récula de la cruz. Allí supimos de las capturas de los otros compis, a los cuales tampoco se les había dado mal el día. En términos de basses, no faltaron a la cita Jorge, El Mune, Juanqui, Quereda y Javi Mateo.

Y en términos de lucios, presentaron sus credenciales Emilio, Jose Miguel, Juan (Mune´s brother), Juanki, Quereda, Nacho Escriche y el pescador Zen. Ahí es nada, ojo a las fotos.

Si hay una cosa que está clara en este club… es que ningún pescador se queda manco. Això és aixina.

Por su parte Polo y Dennis, padre e hijo, confirmaron que la guerra que han dado este año en la liga del club no es ninguna casualidad, y que el futuro del club está más que garantizado.

Por la tarde Javi y un servidor estuvimos pescando en la arboleda antes del cañón, en la orilla norte que, si bien había sido castigada por la mañana, aun nos dio un par de picadas más pero que no conseguimos subir al barco. El pez que se desclava siempre deja mal cuerpo, y si son dos seguidos, no te digo ná. Pero bueno, que el balance del sábado fue muy positivo. La gente en general se divirtió y nosotros en particular también. El domingo, día del concurso, ya sería otra historia…

Al llegar a la rampa para recoger los barcos nos encontramos con Jose Manuel y David Tortosa, que saben muy bien lo que es llevarse ya algún bass jamonero. David Tortosa nos comentó que cogió un muy buen bass y un lucio de talla, mientras que Jose Manuel llevaba una aparatosa herida en las manos que le causó un lucio de unos 5 kilos que tuvieron que soltar rápidamente sin fotografiar.

No te apures Jose Manuel, ese dolor… es el dolor de la victoria. Constituye la cruda pero serena belleza de la que se engendran los sueños.

CAPÍTULO IV: LA TORRÁ

Como cada año nos congregamos en las cabañas de Kikopark para la cena de hermandad propia de estos eventos. Gracias a la inestimable ayuda de Chimo Baits y Jose Miguel en la brasa y de tantos y tantos compañeros que ayudaron en la preparación (siento no poder mencionarlos a todos a expensas de omitir algún nombre) pudimos gozar de una gran velada.

No faltó tampoco Fede, cuya entrega debe ser mencionada aparte, encargándose de la bebida, los jamones y elaborando esos panes y esos lacitos que no se encuentran en ningún lugar del orbe terrestre salvo en su obrador. Mil gracias. Todo sea dicho. Como un agradecimiento especial se merece la Junta Directiva del VBC, empezando por Miguel el Presi y seguida por los restantes componentes de la junta por la perfecta organización. Como he comentado, este encuentro en pandemia ha sido especial y el evento ha estado, una vez más, por encima de las expectativas.

Algunos sabemos que el club debe ocuparse de los temas que realmente preocupan a la comunidad, que no son los bajos de fluorocarbono, no son las cañas médium-heavy, ni los jerkbaits bamboleantes… es el gin tonic.

CAPÍTULO V: EN LA PESCA COMO EN EL BAR

Nunca he escuchado una verdad como esa. Desde que El Último de la Fila cantara aquel verso de: “Mi primo que tiene un bar desde siempre me ha dicho…”, es decir, como que el hecho de trabajar en un bar le dota al hablante de cierta entidad, como que da empaque pues, a saber, es donde uno obtiene la información más fidedigna de la realidad. Pues nadie lo ignora, el bar es a los padres lo que una biblioteca es a los hijos: “un lugar donde se adquiere la cultura”. Dicho esto, ya escribí en otra ocasión que la pesca era como ir a buscar setas, pues estando yo en un bar, discutiendo la mejor estrategia para coger setas, mi padre le espetó a un mostachudo: “lo importante es dar con el rodal”. Y el otro, tras sopesarlo brevemente, contestó: “¡y que no esté tocao!”. ¿Es o no es una máxima para la pesca del bass…?

El caso es que estando yo con mi padre en ese mismo bar, y en hablando de la crisis económica, el mismo dueño nos soltó desde el otro lado de la barra:

Vamos a ver… los dineros están… están… porque no han podido desaparecer de un año para otro… lo que pasa es que no corren”.

Lo dineros no corren… Pues eso mismo, pero en la pesca. Si bien el sábado, Javi y yo tuvimos picadas a tutiplén, el domingo nos comimos un mojón. No dimos con ellos. Los lucios estaban…(porque no han podido desaparecer de un día para otro) lo que pasa es que no corrían. Y enlazo esto con la fórmula que exponía antes. Volvimos a la misma zona del embalse a emplear las mismas técnicas y señuelos, pero con un resultado totalmente dispar. Los lucios aparentemente no estaban en las capas de agua donde los habíamos encontrado (2-5 metros) el día anterior. Y nos dimos cuenta… Buscamos entonces las puntas del embalse entre 10 y 15 metros. Pero Contreras es un pequeño brazo de mar y no dando con ninguno de los peces en esas profundidades tampoco, la pesca se torna muy aburrida y un tanto frustrante. Y el factor clave fue sin duda la localización (L). La verdad, todo sea dicho, es que no nos enteramos mucho de la película. En fin… fue como aquel día que Maradona chutó con la pierna derecha.

CAPÍTULO VI: NO HAY MANICOMIO TAN GRANDE…

Mientras tanto, el grosso de los compis se fueron río arriba a los cañones en busca de bolas de alburnos y de concentración de ejemplares grandes. Y a tenor de los resultados, no parece que les fuera nada mal.

Decía Göethe que el viaje más apasionante es aquel que se emprende sin saber adónde ir. Y el cómputo de pesajes (cómputo de medidas en este caso) era un viaje del todo incierto, aguardado con impaciencia por todos. Miguel el Presi inició la ronda informativa (minuto y resultado)… con Dennis, que confirmó que este chaval es una futura promesa que no falla. En esta partida de póker de a ver quién sube más la apuesta, presentaba un más que respetable lucio de 73 cm. En términos de póker, presentó una “Pareja”.

Cristian Piqueras tomaba la iniciativa con un lucio de 87 cm, en términos de póker, presentaba una mano de “Doble pareja”.

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Y a tenor por lo que comentaba perdió uno incluso mayor. Algo así le pasó también a Fede, a Polo y a otros tantos. Y es que en la pesca del lucio se pierden muchos ejemplares grandes justo a punto de embocarlos en la sacadera o el bocagrip. Se escucharon muchos “trata de arrancarlo Carlos por dios” aquel día…

El dúo de Jorges, Civera y Garper, the Westin Team, había sacado unos cuantos lucios a orilla con el ShadTeez completando al final 8 y 2 piezas, respectivamente.

Pero su pieza mayor la reportó el TwinTeez en 6” trabajado en vertical. 88 cm que sabían a gloria. Jorge subía la apuesta. ¡Bam! Toma un “Trío”.

Por momentos pensábamos algunos que Jorge se llevaría su quinto o sexto jamón in a row (ya he perdido la cuenta), lo cual demostraría, una vez más, que la pesca del lucio hace mucho tiempo que ha dejado de ser una pesca casual para convertirse, gracias a la tecnología y la técnica, en una pesca de localización del pez, en una pesca con su propio método, una pesca sistémica. Y Jorge había demostrado, año tras año, que si no era el mejor estaba entre los mejores pescadores de lucio de este club.

Pues bueno, no contento con esto por ahí apareció el experimentado pescador de lucios Emilio, para decir: “Señores, esto no va a quedarse así como ustedes se creen. Comeos un Full”.

El caso es que, cuando algunos ya daban a Jorge o a Emilio por vencedor, hagan juego señores, apareció el lucio de Víctor que… ojo al parche… marcó 6.2 kg y 95,5 cm. “Alerta a los pueblos… que llevo Póker”.

Su compi Jose Puchal tampoco se quedó muy atrás a rebufo.

Y cuando ya algunos dábamos por ganador a Víctor, apareció un bólido manchego arrasando con todo, implacable e inmisericorde. El Mune no tuvo piedad con nadie. Presentó dos peces, de 93 y 97 cm respectivamente. “Quitarse de en medio que llevo Escalera de Color y me coméis la p*lla todos”. Perdonen el vulgarismo, pero no estamos en cuaresma ni esto es el Abc.

Ríete tú de Jeremy WadesTe tenemos fichao Mune para la próxima y vamos a por ti… Ya lo dicen en el lobo de Wall Street: “un pescador siempre reconoce a otro pescador, por muy lejos que éste se encuentre”. No te vamos a dejar pescar más. Cuando te veamos pasar por ahí… ¡Booom! Puñetazo, y hombre al agua…. ( 🙂 humor manchego ).

Su compi Miguel tampoco andaba manco en el arte…

¿Pero qué desayunó esta gente? No sé cómo es la cosa, tié cojones, pero cuando uno se cree ganador… siempre aparece otro al lado para arrebatarle in extremis el título. Lo dicho. Un lucio jamonero de locos. No hay manicomio tan grande para tanta locura

Por nuestro lado, tras tantear aguas profundas sin éxito decidimos un plan B: echar mano del salvajismo. Un power fishing radical en toda regla. Batir y batir kilómetros de orilla a ver si dábamos con algún lucio puesto. Javi sacó uno de 69 cm

y al poco saqué yo otro de 69 cm también “¡Cómo nos gusta el 69!”. Y es que bien visto es un número bonito, porque lo pongas como lo pongas, así o asá, siempre es el mismo número… Pero vamos, que al lado de los compañeros, no hicimos nada de nada. Nos quedó un ligero regusto amargo, puesto que no habíamos dado con los peces. Ingenuos nosotros, al ver que no bajaba ningún barco del cañón, lo vimos claro: “seguro que están todos en la bola de alburnos”. Pero intrépidos escaladores a pulmón, resistiéndonos a participar de esa almadraba sanguinolenta en la que los barcos “pescatean” con sus radares sobre la cabeza de los peces de forma inmisericorde, al estilo de los patistas, ligando a la italiana, “por acoso y derribo”, decidimos no subir río arriba. Permítaseme ser crítico en este sentido con esos miradores de consolas, pintores de brocha gorda, japoneses que pescan túnidos desde helicóptero… ;o) aunque quizá sea más por envidia que no por razón, pues también reconozco que, aun siendo un purista y un romántico, uno ha de ponerse siempre a la vanguardia de la tecnología. Uno no puede en pleno siglo XXI hacer un acto de robinsonismo crusoniano, coger un machete y abrirse paso entre las brozas para llegar a la orilla, coger y ponerse a pescar con caña de bambú y pez vivo como cebo… No, tampoco es eso. Quizá el buen saber hacer esté en el punto medio, en la versatilidad, en el poder disfrutar de la pesca en todas sus variantes, ora vertical, ora horizontal, ora lenta, ora rápida…¡el pescador total! ¡el hombre davinciano! ¡el hombre orquesta! ¿o acaso no llevamos 7 u 8 cañas a tocar…? Que lo del número de cañas es tema aparte… van proliferando linealmente sobre el entarimado como celdillas de una colmena que se expande… pero ya se sabe, preguntarle a un pescador por qué necesita tantas cañas es como preguntarle a una mujer por qué necesita tantos zapatos.

CAPÍTULO VII: IN EXTREMIS

Desconcertados por no saber localizar los peces, con ese abatimiento moral que tienen los reyes en el destierro, seguimos pescando con poca convicción. Entonces tuve esa especie de presentimiento. Como de dejà vu. Desenfundé la caña koreana de Paco Revert, le puse en vanguardia a Nelson Mandela y comencé a lanzar como si no hubiera mañana. Mentiría si dijera que fue al primer lanzado. Pero no. Debieron de transcurrir unos veinte minutos (veinte minutos como veinte siglos) hasta que al fin ¡patapam! Se desató la picada.

¿Cómo describirlo? La película Las Aventuras de Jeremiah Johnson empieza tal que así:

Pocos sabían de dónde venía o adónde se dirigía. Pero había decidido convertirse en un hombre de la montaña. Iba buscando un rifle Hawken del calibre 50. Pero tuvo que conformarse con uno del calibre 30. ¡Pero qué demonios, seguía siendo un rifle Hawken!

Pues bien, cuando me puse el señuelo Mandela:

Poco sabía si funcionaría o no funcionaría, pero Mandela había decidido convertirse en un señuelo de referencia. Iba buscando un bass del calibre 2500. Pero tuvo que conformarse con un bass del calibre 2200. ¡Pero qué demonios, seguía siendo un bass del calibre 2200!

Y todo con aquella caña precaria, con aquel señuelo… que parecía cansado.

Al finalizar la jornada, ya con el jamón bajo el brazo, me giré hacia sus ojos tristes y le dije: “Nelson, sabía que no me defraudarías”.

CAPÍTULO VIII: COMIDA Y ENTREGA DE PREMIOS

Mientras se pesca no suenan las horas, aunque a las 14h se dio por finalizado el concurso. El retorno de las embarcaciones dio para fotos de compañeros, familiares e hijos.

A las 15h nos esperaba la comida de hermandad de rigor en las instalaciones de Kikopark. Vaya gazpachá buena que nos comimos… 🙂 Historias, risas, abrazos y alguna que otra exageración también (la exageración es al pescador lo que el oxígeno al pulmón… van juntos) fueron intercambiadas entre compañeros. Para aquellos compañeros que perdieron un lucio “todavía más grande” les diré que no se apuren, que la verdadera justicia solo llegará el día del Juicio Final. Que el pez que se pierde tiene otro gemelo: está el pez que es y el pez que se cree que es. Pero tranquilos, que los lucios perdidos siguen navegando en nuestros sueños. Son delirio crepitante. Delirio del bueno.

Y allí que estábamos todos comiendo, ajenos al mundo. Y es que la pesca es esto: es amistad, es compañerismo, es diversión.

Acto seguido se procedió a la entrega de premios: lucio jamonero para el imparable Mune y bass jamonero para Jaime, un servidor.

Y a continuación tuvo lugar el momento cumbre, sin duda el más esperado por el club: la rifa. Porque bien es sabido que este club es en realidad un club de rifa que, a veces… pesca.

Gracias desde aquí al patrocinio de Westin por El Rincón del Pescador y gracias a Jorge Garper por enseñarnos y regalarnos las novedades de la firma. Es un gesto muy de agradecer pues, más allá de la mercadotecnia, es un detalle que nace de buena fe por la iniciativa de Jorge y que se ha convertido en una cita ineludible del club. Muchas gracias.

La rifa discurrió magistralmente, según el principio de N.N.P.P.S.T (Novedades Nórdicas Perrito Piloto Siempre Toca). Y el lucio-bass jamonero de este año fue tan bonito… que todo mereció la pena.

CAPÍTULO IX: EL CAMINO…

Quisiera acabar esta crónica con una disculpa, pues son muchos los miembros del club y no hay cabida en este artículo para los nombres, anécdotas y fotos de todos y cada uno de ellos. Pero les invito a que escriban su propio artículo compartiendo “su lucio-bass jamonero 2021” como yo lo acabo de hacer. Seguro que son bienvenidos y muy apreciados. También quizá me disculpe por las “pequeñas licencias literarias” que hay en el artículo (permítanme esta pequeña travesura), que habrá podido chocarle a más de uno… Pero si las he puesto en el texto son, como los vídeos y fotos, para hacerlo más ameno y llevadero. Los que me conocen bien saben que “eso es muy mío”.

Las cosas pudieron haber sucedido de cualquier otra manera y, sin embargo, sucedieron así”. De esta filosófica manera comienza la novela El Camino, de Miguel Delibes. Pues bien pudiera ser la reflexión con la que acabar este relato. Venimos de y todavía seguimos en una cruel pandemia, me consta que hay compañeros con problemas de salud, el contexto psicológico no es bueno en general y es mucha la gente que lo está pasando mal por H o por B. Así es que, para toda esa gente a la que solo le motiva la competición, a los compañeros que “se ansían” en el pescar más que los otros, en tener una mejor embarcación, en pedir el VAR para ver qué pez es más grande… a todos ellos les diría que, hoy, todo eso es lo de menos. Lo de más es, como decía Kavafis, disfrutar del camino, son las vivencias, son las personas. Esperando la gran felicidad a veces dejamos pasar inadvertidas todas esas pequeñas felicidades que constituyen la verdadera y única felicidad. Son muchos los que trabajan de forma altruista por este club. No los voy a mencionar de nuevo para no incurrir en el peloteo innecesario, pero sí que me parece justo y necesario mencionarles en este momento. También a todos los compañeros sanos de corazón que encuentro tras encuentro lo demuestran y sin pedir nada a cambio. Me pregunto cuántas más de estas vamos a poder organizar tal y como se vuelve a poner el patio. “Ciertas personas, que se ignoran, están salvando el mundo” decía un poema de Borges. Pues bien, “ciertas personas (no las ignoramos) están salvando este club”. Nos están haciendo, si cabe, mejores “nosotros”, mejores personas.

¿Cómo logras inspirar a tu equipo para dar siempre lo mejor? – pregunta Nelson Mandela a Pienaar en la película Invictus. A lo que el capitán del equipo de los Springboks responde:

Ser siempre un buen ejemplo para ellos.

Para todos los que en este encuentro nos han dado ejemplo, este artículo.

Jaime F. Palomares

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