Tortas y Lucios

Como ya viene siendo una tradición por estas fechas, Emilio me invitó a pasar una jornada de pesca en su santuario particular, aguas arriba de Contreras. En sus palabras, yo pondría el avío y él todo lo demás.

Así que con puntualidad inglesa estaba en el punto de encuentro, bar el Vasete de Minglanilla, a las 7:00. La siguiente parada sería nuestro gran descubrimiento de principios de temporada Pan & Café, una cafetería-horno de la localidad de La Pesquera. Emilio había encargado una torta de magras que hubo que complementar con otras dos tortas para que no pasáramos hambre.

Tras el desayuno mañanero nos enfilamos hacía una de las pocas rampas que dan acceso al embalse de Contreras con el nivel actual. Botamos la embarcación de Emilio y remontamos el Cabriel en busca de los grandes lucios.

El primer contacto se produciría con las primeras luces del día cuando un lucio seccionó la cola de mi mogambo cuando estaba a punto de llegar al barco. Buena señal, los lucios estaban activos.

Cuando nos quisimos dar cuenta eran las 10:00 (GMT+01) y nos adentramos en una récula soleada para dar cuenta de las primeras tortas de magras, mientras yo informaba a Emilio de las últimas novedades del mundo del bass.

Tras el almuerzo… creo que una imagen vale más que mil palabras…

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Emilio había rotulado los vasos para la ocasión 🙂

Seguimos remontando las aguas del Cabriel siguiendo el rastro de los alburnos que penetraban hacia la confluencia de los ríos Cabriel y Mira. Los alburnos se hallaban suspendidos en medio del cauce y con ellos seguramente el resto de depredadores. Cuando me quise dar cuenta, Emilio ya tenía clavado un buen lucio que no le daba excesiva batalla.

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Nótese como Emilio sostiene el mondadientes típico de un experimentado pescador de lucios.

No había pasado más de media hora cuando Emilio saca un crankbait luciero, lo coloca a la otra parte de la línea y recibe la primera picada fallida. Tras la rabieta correspondiente por la pérdida del pez, Emilio ejecuta un lance perfecto pegado a las piedras y un lucio, bueno luciete, zafaba su señuelo. Emilio me estaba ganando por goleada.

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Tuve que sacar mis mejores señuelos lucieros para pescar los cañones, es decir, un pikie Big Hammer para las grandes ocasiones. No tardó en darme mi primera captura.

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Tanta emoción dió sed a nuestro The Guardian al que le preparé un Gin Tonic bajo su supervisión y posó para la posteridad con la mítica cucharilla de lana roja.

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Volvíamos sobre nuestros pasos para salir de los cañones cuando nos encontramos con una agradable sorpresa, los hermanos Tórtola también estaban en el embalse y ya habían tenido sus capturas.

Sendos barcos bajamos en paralelo cuando en un lance tengo una picada que pensaba que era de un buen lucio hasta que la evidencia fue otra muy distinta.

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Cuando nos quisimos dar cuenta, ya era la hora de comer, así que como dirían algunos, nos machamos otra torta de magras varados en una orilla cercana.

Tras la comida subimos por el río Mira donde a pesar de la abundancia de alburnos, no tuvimos picada. Así que con los últimos rayos nos encaminamos de vuelta al embarcadero.

A medio camino cuando estábamos observando bolas de alburnos suspendidas en medio del cauce, Emilio tuvo una buena picada que sería su tercer lucio de la jornada.

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Minutos después era yo quien en el mismo punto tenía otra buena picada con el pikie Big Hammer, que ya comenzaba a estar un poco perjudicado. La batalla fue breve pero intensa.



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En ese momento pasaban por nuestro lado los Tórtola que también se dirigían hacia la rampa, y también ellos tenía una picada, pero se soltaba. Sin duda, nos encontrábamos en un momento de frenesí alimenticio.

Una vez más retomamos el camino de vuelta hacia la rampa, pero de nuevo Emilio se queda falcado con una lucio que pasaba por allí.

Un buen lucio cuyo peso estaría entre los 6-7 kilos. La mejor recompensa a una jornada luciera que había sido de las mejores de este año 2014.

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Emilio se despedía del lucio que había capturado hasta una próxima vez.

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No quedaba tiempo para más, la luna asomaba sobre las montañas y la oscuridad empezaba a reinar en el embalse. Así que con el olor de la victoria impregnando nuestras manos, nos despedimos de Contreras hasta una próxima jornada con un sabor de boca inmejorable.

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Esta crónica va dedicada a Emilio, hoy en el día de su cumpleaños. Espero que podamos compartir más jornadas lucieras como la de ese día. Un abrazo.

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