Antecedentes de una fiebre de sábado noche

Un fin de semana más estabamos en Benagéber. En esta ocasión, dada nuestra promiscuidad, formabamos nuevas parejas. Pardo y Jorge formaban una de ellas en modo entrenamientos semi-oficiales, mientras que la otra pareja estaba conformada por Paco, que en su nuevo papel de relaciones internacionales (es broma), había sido invitado por nuestro compañero Víctor del Bass Utiel.

A pie de embalse y antes de botar los barcos ya estabamos intercambiando impresiones sobre los señuelos que llevabamos. Pardo nos desbancaba por goleada.

Salimos rodeando la isla y pocos minutos después Paco y Víctor tenían dificultades técnicas que les acompañaron toda la jornada. No se amilanaron, no. Mientras tanto, Pardo y Jorge hacían marcha en busca de los primeros tochos de Benagéber.

Sacaron algunos más de menor tamaño antes de cruzarnos a la orilla de enfrente. Allí con una calma total y un sol en lo alto los peces dieron menos la cara, así que hubo que recurrir a la técnica de «The Guardian», maestro supremo del senko. Este pez va dedicado a él por una pronto recuperación de su reciente operación.

Ahí Jorge sacaría otro pez bueno por encima de 2kg tras mucho insistir.

Subimos por los cañones, encontrándonos con parejas que nos eran familiares. En un momento dado y ante la poca actividad de los peces, se celebró un concilio de 4 barcas en medio del embalse. Los peces no estaban picando poco y la tertulia compensaba por lo demás.

Ya después de comer, Pardo me ponía las pilas y sacaba dos peces más, mientras yo intentaba sobreponerme a la contractura en el hombro que me acompañaba durante todo el día y que una semana después todavía me acompaña.

Mientras tanto aguas abajo, Paco y Víctor a pesar de pescar en inferioridad de capacidades técnicas, tiraban de casta de pescadores curtidos en una y mil batallas para marcarse dos buenos pepinos.

Ya anocheciendo y con unos maduros pescadores como invitados de piedra en el transfondo, Pardo sacaba el último pez con un crankbait en un playa.

Llegabamos de noche a la rampa de botadura tras 12 horas de pesca y Pardo, que venía de haber superado un constipado, parecía que se encontraba bien, a pesar del viento que nos acompaño en algunos momentos del día. Sin embargo, de camino a casa, los escalofríos y la fiebre hicieron acto de presencia, y casi nos tocó acercarlo a casa.

Temas de salud a parte, una jornada donde los peces picaron bien a primera y última hora del día, pero que en las horas centrales costaba encontrarlos.

Bookmark the permalink.

Comments are closed.