Viaje de pirados (parte 2)

Javi había marcado en mi calendario una salida a Cortes con la 482 con una antelación tal que ni los mismísimos mayas se atreverían a igualar en sus predicciones astrológicas. Seguramente dicha fecha coincidiría con una alineamiento astral que no tuve tiempo de comprobar, pero seguramente debía de ser así.

Así que aunque la predicción meteorológica aventuraba una tormenta casi perfecta (ver imagen abajo), nos enrolamos en lo que podía ser la segunda parte de aquella gran crónica que Javi y Jaime escribieron en el mejor blog de pesca que jamás haya existido. Para los aludidos, hágase notar como esa crónica contiene la bella imagen de esa estructura antropogénica con un estilo arquitectónico entre Gaudí y Franco.

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La cuestión fue que Javi y un servidor seguimos con el plan establecido a pesar del disgusto de nuestras mamas (nótese la acentuación de la palabra y descartese la acepción de pechos femeninos) con la confianza que confieren una tanqueta all-road y la 482 del Molt Honorable (siempre será así, al menos para mi).

El recibimiento a pie de embalse fue con graznidos por todo lo alto de los patos que dan nombre a la isla, como si reclamaran una tasa por poder botar el barco. Satisfecha dicha tasa con migajas de pan, una intensa lluvia nos hizo refugiarnos dentro del coche durante unos minutos. Finalmente, a las 10 de la mañana pudimos botar el barco.

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No había ni un sólo barco en todo el embalse, teníamos Cortes para nosotros solos. Pero con un frente encima acompañado de vientos y lluvias intermitentes no tuvimos picadas hasta las 14 horas. Así que tuvimos tiempo de charlar pronunciando vocablos que nunca antes había salido de nuestros labios: wobbling, brushes, laydowns, main lake, riprap, creeks, etc. Efectivamente, la Bassmaster nos había llenado la cabeza de términos anglosajones que apenas sabíamos pronunciar.

Sea lo que sea, acabamos pescando la isla de árboles del Ral que nos daría el primer pez con un jig que sacudió tan fuerte el señuelo que me llegó la vibración hasta la cocorota.

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No sería el único, sacaría un segundo pez (keeper) en la entrada de una récula y Javi se empezaba a ponerse nervioso con una lluvia que no cesaba, a pesar de que la predicción decía que sería imperceptible.

Finalmente, se cumplió aquello de «arrivar al puestet i que no esté tocat». Javi dentro de una récula protegida de los vientos del noreste reinantes clavaría su mejor pez de la jornada. Una vez más con un jig.

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Tras la foto de rigor, al siguiente lance el jig de Javi por los aires. Javi estaba a medio camino de aquello que decía Kevin en su vídeo sobre la cuantía en jigs que uno debe perder si está pescando bien con jig.

Cambiamos de récula y cuando batíamos orilla con crankbait saliendo de la misma, patapam, el segundo keeper de Javi que subía al barco. Otro buen pez que hacía que la salida ya hubiera valido la pena.

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Javi estaba exultante y me arrastraba (bueno, me dejaba llevar) en busca de un quinto pez que nos diera un cupo. Es obvio que el año de competición marcó profundamente a Javi en todos los sentidos. Así que desobedeciendo a su filosofía personal de prudencia absoluta, pescamos hasta que nos abrazó la luna sacando el barco entre dos luces.

El viaje de vuelta nos deparó una meteorología muy adversa con lluvia y niebla espesa que me hizo extremar las precauciones al volante. Más cuando en nuestro camino de vuelta vimos dos coches fuera de la vía por dichas malas condiciones meteorológicas. Por favor, mucha precaución al volante y más cuando arrastramos nuestros barcos.

No me queda más que agradecer la compañía de Javi en ese día. Como siempre fue un placer poder compartir un día de pesca con él.

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