TRUCHAS DE ALTA MONTAÑA

PRÓLOGO

Esta jornada de pesca tuvo lugar lejos del ruido de los motores de 2 o de 4 tiempos. Lejos de orillas llenas de basura y restos de hogueras. Pescamos en un enclave que durante siglos fue cruce de caminos entre los Reinos de Castilla y Aragón, entre moros y cristianos, donde cada uno dejo parte de su cultura: Alcalá de la Vega.

OLYMPUS DIGITAL CAMERA

En un contexto de fiestas patronales, verbenas y tardes de quintos, otras actividades como la pesca no suelen casar bien. Aun así y haciendo un esfuerzo sobrehumano, ya que la ocasión lo merecía, después de pasarme toda la noche de fiesta dormí apenas una hora y recibí a mis ilustres invitados con la mejor de mis sonrisas (y un red bull mañanero).

Pescaríamos una zona alta del Cabriel donde la legalidad obliga a pescar con un solo anzuelo sin muerte en la cucharilla y a soltar las truchas comunes que capturemos (ya era hora…). Esperemos que estas medidas sirvan para que se recupere una población de truchas diezmada por décadas de saqueos.

El alimoche

CUERPO

Después de cuadrar agendas Jaime, Jorge y yo, quedamos en mi pueblo el pasado 17 de agosto a las 8:30 y rápidamente nos dirigimos al río. Los días anteriores estuve probando unas zonas para que no quedaran decepcionados y allí que nos fuimos. Nos equipamos como es debido y buscamos un hueco por el que meternos en el cauce del río. En estas zonas es imprescindible el uso del vadeador ya que el Cabriel es muy estrecho y las orillas suelen ser bastante frondosas como denota la siguiente imagen. ¿Dónde están los pescadores?

IMG-20130818-WA0008

Cabe destacar que, a falta de cañas específicas de cucharillas, los “valensians” venían con cañas de bass extra finesse y líneas de 4 libras cual pro americano. Mientras les hacía una demostración del lance de la cucharilla para evitar enganches en la maleza clavé la primera trucha de la mañana.

IMG-20130818-WA0003

Íbamos pescando juntos turnándonos en los lances. Hoy era un día de hermandad, sin presión, sin angler y coangler. A cada poco te vas encontrando con pozos que te obligan a buscar un punto de fuga hacia la orilla para salvar la profundidad y volver a entrar al cauce unos metros más arriba. Es una pesca muy técnica que te obliga a realizar lances muy precisos, evitar que la línea se quede sobre alguna ramita corrigiendo la trayectoria durante el lance, etc. Así fueron dando la cara las primeras truchas que picaban y se soltaban poco después debido a la ausencia de arponcillo en el anzuelo.

A media mañana recibimos la inesperada visita de un rebaño de ovejas que se abalanzó sobre la orilla para beber agua

OLYMPUS DIGITAL CAMERA

Jorge, como enamorado de la pesca finesse que es, se extasiaba en lances cortos cerca de las coberturas haciendo girar la cucharilla. De ese modo consiguió varias capturas. Nada que ver con los legendarios basses de Benagéber. Esto es… otra historia.

IMG-20130818-WA0005

Jaime tenía el hándicap de unas botas que sólo le llegaban a las ingles y pero aun así y tirando de casta consiguió la pieza mayor del día.

OLYMPUS DIGITAL CAMERA

Mi papel este día fue de guía para indicarles las mejores posturas y como abordarlas para que disfrutaran ellos. Aún así, el ansía me obligaba a pescar algunas de esas zonas para engañar alguna trucheta. Uno no es de piedra.

La cerrada vegetación por arriba y casi siempre por los laterales obligaba a tener que realizar muchas veces lances de ballesta. Se lo expliqué a los “valensians” y enseguida captaron el concepto.

Después de andar varios kilómetros por dentro y por fuera del río decidimos poner punto y ¿final? A la jornada de pesca y refrescarnos el gañote en el bar (no todo va a ser pescar…). Tras el refrigerio nos fuimos a una zona de merenderos para preparar la torrá con delicias porcinas y ovinas selectas. Tras la “tripá” de carne el sueño nos venció y allí nos pasamos un buen rato sesteando a la sombra.

EPÍLOGO

Después del sueño reparador, y como buen anfitrión, fuimos a que vieran la ermita y los restos del castillo árabe desde donde se tienen unas vistas espectaculares del recorrido del Cabriel. Cuando les dije que justo a los pies de la montaña había un pequeño azud de riego Jaime quiso bajar corriendo a ver si aun podíamos engañar alguna otra trucha, así que, allá que nos fuimos. Lo escarpado del terreno obligaba a extremar las precauciones en el «aproach» para poder lanzar en condiciones.

OLYMPUS DIGITAL CAMERA

Con el ansia de esta nueva captura tomó la herramienta Jorge y en la siguiente tabla sacó otra trucheta. Tras él, sería mi turno pero ya no tuve tanta suerte. Con una fuerte tormenta amenazando y 200 metros de desnivel con una pendiente media del 70% decidimos volver al coche y terminar una jornada de pesca diferente tras las esquivas truchas del río Cabriel.

IMG-20130818-WA0007

Bookmark the permalink.

Comments are closed.