Basses bajo la tormenta

Las condiciones meteorológicas no eran buenas. El frío de los últimos 3 días, incluso bajando la temperatura del agua 1 grado en 4 días, eran unas condiciones bastante malas para ir a pescar basses.

El corazón y las ganas de intentarlo pudieron más que el hombre del tiempo de la tele, y eso sí, preparando los chubasqueros lo primero, preparamos la barca y decidimos jugárnosla al mas puro estilo del mundo del toro como se suele decir «o por la puerta grande o por la enfermería«.

A las 6 de la mañana ya estábamos en el taller poniéndole la lona a la barca, y salimos dirección a Cofrentes, no sin antes parar en la panadería de mi prima Isabelín a recoger pan recién hecho.

A las 7:20 de la mañana estábamos mojando el casco de aluminio, y arrancando el motor para vivir un día de pesca que se preveía bastante difícil, y así fue.

Paramos en una recula con árboles de antes de la isla, anudo una spinner nueva a estrenar, en concreto la lb flat crack series chartreuse lima. Cuando al tercer lance, ¡plas!, un lucio me corta como
si fuera un cutter. Empezabamos bien el día, menudo desastre. Juan por su parte en la parte de atrás
lanzaba su crankbait de manera automática con una precisión en los lances que hacía entrever los 30
años de experiencia en la pesca.

Seguimos la pesca y cero, la sombra del bolo planeaba sobre nosotros igual que los nubarrones negros que se veían en el horizonte. Así que ya recopilando datos del disco duro que tengo metido en la cabeza, nos bajamos al sitio indicado donde hicimos el reset para almorzar al más puro estilo Casas Ibañez/Coto La Terrera… el que nos conoce sabe a que me refiero…

Después de almorzar Juan inició una nueva técnica, y no tardó en tener sus resultados. Un buen bass pescado a dropshot con una salamandra minilizard de zoom en color chartreusse. De esa manera Juan rompió el bolo y haciéndonos pensar eso de «¡Si se puede!«. Yo seguía sin tener respuesta por parte de los basses que yo cuido. Hasta que llegó el momento del clic y se me ocurre poner el fat ika en color clear gold.

Me centré en trabajar este señuelito, en árboles separados de la orilla, y todo tipo de coberturas, tranquilo y pescando lento. Hasta que en un árbol bastante salido de la orilla, clave el primer buen pez, sacándolo rápidamente de la maraña de ramas.

A los 3 minutos, mismo sistema, clavo otro buen pez que se me escapa. Todo era cuestión de continuar, el cielo era ya totalmente negro y los truenos se oían desde muy lejos cada vez más cerca.

No nos importaba,cuando en una punta lanzo mi Crankbait Flat CB DR color Table Rock y plass, otro buen pez que subió a la barca. Foto y al agua.

Acto seguido de nuevo el Fat Ika entra en acción y sale otro buenísimo pez entre las ramas, a la caída, foto y al agua.

Cuando Juan dice: «Ponme otro bicho de esos«. Juan se pone en marcha con el fat ika, ¡plass!, clava un buen bass y sube al barco.

Juan era ya un hombre totalmente feliz, sólo preocupado por la tormenta que ya teníamos encima. Mientras yo clavo otro pepinaco, que se me enrama y lo perdí. A los 20 segundos sube a saltar en superficie….vaya tela….el cielo nos daba poco tiempo, empezaba la cuenta atrás…

A mí me daba exactamente igual que tuviéramos la tormenta encima que no. Me daba todo igual, mi mente y mi mirada estaba en modo túnel observando el hilo, el fat ika y el árbol en cuestión. Cuando sin esperarlo, lanzo a unas raíces de un pino y el hilo se mueve en sentido contrario. Meto una clavada a lo bestia, cuando sube a saltar un pepino de 2.650kg y un grito tremendo: ¡Juan, el salabre!! Juan tiró la caña a la tarima de la barca y ese pez subió al barco. Después de abrazarnos y un par de besos si hace falta, un par de fotos y ese pez volvió a su casa. Yo estaba ya más que contento, emocionado.

El cielo ya era negro y empezaba a llover, pero yo me propuse que «todos los días no se hace esto» y seguimos. Mismo sistema, misma ubicación, ika, árbol, lento, caída, tensión, eso era lo único que mi cerebro pensaba, cuando noto un toque leve. Lo dejo y nada, saco el ika, lanzo al mismo sitio, noto otro toque, lo dejo, no lo coge más. Saco el ika y pongo el big ika color daiquiri. Lanzo exacto al sitio, noto otro toque, lo dejo, nada. Lo saqué y pensé que este pez quería algo distinto.

Barca quieta, sin hablar ninguno, arrodillado en la barca lloviendo pero bien. Cojo mi Legend Elite a dropshot con un shad shape. Lanzo al sitio exacto y lo dejo quieto, ni un toque por mi parte solo dejarlo. Cuando noto que ese bass empieza a interesarse por el shad shape, tac tac tac, clavada y pez de 2300 que sube al barco de nuevo.

La emoción se apoderó de los dos. No sabíamos si llorar, si reír, esto era increíble. Aunque ya lo había hecho otras veces, pero aquel momento supera otros anteriores. Foto a duras penas por el agua, y al agua de nuevo.

Recién soltado ese bass empezó a llover a chorros y solo me dió tiempo a pensar en irnos al puente de la carretera de al lado de la rampa de arena del Ral. Gracias a que el embalse estaba alto de nivel nos pudimos meter y aguantar ahí la media hora de lluvia a chorros.

Al terminar el diluvio nos pusimos a comer atados a un árbol. Nublado y sin tormenta, los peces empezaron a dejar de picar. En eso que decidimos irnos a una recula nueva a probar suerte con spinners, paseantes, drop, nada.

Tuvo que ser a las 5 de la tarde cuando en una recula del Prebetón con el fat baby craw a texas sale el último pez del día. Otro buen pez de 2.220kg.

De ahí fuimos subiendo hacia Cofrentes pescando algunos puntos en los que no logramos peces. Después de todo, decidimos irnos tranquilamente tras 10 horas de pesca apasionante y emocionante.

¡Saludos y buena pesca!

Quiero agradecer desde estas líneas a Juan «Guarda de la Terrera», su compañerismo hace posible que uno se lo pase de esta manera. ¡Muchas gracias, Juan!

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