Después de la tempestad…

Después de varias semanas intentando quedar para ir a un remoto rincón casi inexplorado entre las montañas la prudencia ante las recientes y copiosas nevadas nos hizo decidirnos por un destino más convencional.

A las 6:30 emprendimos el camino hacia Tous pero antes de llegar tuvimos que hacer una parada técnica a por un café ya que Jaime se había saltado la preceptiva concentración de la noche anterior a una salida de pesca. Bajando hacia el pantano vimos un pequeño rebaño de cabras montesas y un gazapo cruzando la carretera, la naturaleza estaba en plena efervescencia. ¿Pasaría lo mismo en el agua?

Con las pilas a tope y ultramotivados para una jornada que íbamos a dedicar en exclusiva a los legendarios lucios de Tous, llegamos a la rampa y ya había 2 barcos en el agua y otros 2 en la rampa. Dichoso café!! Jaime llevaba años queriendo dedicar una jornada de este tipo pero siempre había obtenido un no por respuesta y un golpe de realidad, hoy se tendría que quitar la espinita.
Después de que el M.H. Vicente Mascarell y Javivi aparcaran el coche le tocó el turno a Serafín. Luego nosotros. Siguiendo el protocolo de botadura a la perfección, en pocos minutos estábamos ya cruzando el embalse. Nuestra idea era entrar a la zona de Escalona pero vimos que allí había más gente que en el Corte Inglés un sábado por la tarde y cambiamos el rumbo. Pikie y paletón en mano respectivamente empezamos a lanzar. El pantano estaba muy bonito y nos dejaba bonitas imágenes. Entrando en alguna recula pudimos ver pequeñas cascadas de agua que fluían desde las montañas.


Paramos brevemente a almorzar frugalmente, nada que ver con los almuerzos cardiopáticos de la Mancha y reemprendimos la marcha pensando “¿Qué haría el KVD de Massamagrell en esta ocasión?”. Jaime me quitó los pájaros de la cabeza diciendo “Qué KVD ni que ná! El pikie, el pikie y al lucio”.
Íbamos cambiando de señuelo y, cómo dice Jaime, el borrico a la linde, yo buscaba unos tamaños un poco más comedidos a ver si entre lance y lance caía algún bass. No pudo ser, ni rastro de basses. En uno de esos puestets entre sol y sombra lancé el pikie y a los pocos metros noto un golpe seco y clavo. Empieza a tirar, un par de arreones y enseguida se entrega. Después del susto inicial, vimos que era una lucioperca que dio un peso de 2’3 kg.


A estas alturas de la película Jaime empezaba a desengañarse porque incluso pescando cortados por abajo como mandan los cánones no obtuvimos ninguna picada de lucio. Sin duda las poblaciones lucieras están en regresión ggg.

Pasadas las 15:30 paramos a comer en un rincón abrigado del viento y la sesión vespertina dio lugar a apenas media hora de pesca azotados por un viento que empezaba a ser molesto. Y como no queríamos salir del agua abrazados por la luna… recogimos bártulos y otro día, más.

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